Amor infinito

Amor infinito



Aquel viernes se levantó con mucha energía.
Se duchó, desayunó y salió de casa bien vestida, con el firme propósito de cumplir su agenda.
Primero a la peluquería, se acercaba el verano y quería un cambio de loock.
Después tenía hora para hacerse un tatuaje. Era algo que no tenía planeado, pero en uno de esos impulsos que la caracterizaban, sin pensarlo 2 veces, decidió grabar las iniciales de los dos amores de su vida en su piel para siempre, su hija y su hijo.
Hacia el mediodía había terminado, así que se dirigió al centro comercial, donde había visto unos pendientes con el símbolo del infinito, el mismo que había grabado en su piel, representando ese amor infinito hacia sus hijos.
Salió de la joyería con su regalo muy bien envuelto, sonriente y feliz.
El domingo era el día de la madre, y por eso se permitió el capricho de los pendientes.
Al día siguiente, se levantó y arregló la casa como siempre. Por la tarde salió a dar un paseo y entró al cine.
Por un momento echó en falta algo de compañía, al ver que todo el mundo iba acompañado, pero enseguida quitó esa idea de su cabeza, ya tenía decidido que no quería más compromisos amorosos.
Disfrutó de la película y después se marchó a casa.
Se acostó tarde, escribiendo esas cosas que le pasaban por la cabeza y que como mejor se le daba expresarlas era con letras.
Por la mañana no madrugó, a fin de cuentas era su día, el día de la madre, y si de algo estaba orgullosa, era precisamente de eso, de ser la madre de dos criaturas maravillosas, que le habían hecho salir adelante en muchas ocasiones.
Se levantó y preparó un pequeño pastel para tomar café o té después de comer. Se vistió con un bonito vestido y zapatos de tacón. Nadie iba a apreciarlo, pero ella quería estar elegante para ellos.
Había quedado con sus hijos para verse por Skype.
Los tiempos habían cambiado. Ya no eran aquellos bebés indefensos, ni esos adolescentes inseguros... Ahora ya eran adultos e independientes, y las circunstancias no les permitían pasar este año el día de la madre juntos.
Ella ya se había hecho a la idea. Era ley de vida, tenían que crecer y seguir con sus vidas, igual que lo hizo ella hace muchos años.
Ya estaba mentalizada de que en el futuro sería así, con suerte conseguiría arañar algún rato del tiempo de sus pequeños en fechas especiales, compartir un café con un pastel virtual y unas risas cargadas de nostalgia.
Sus hijos eran felices con sus vidas y la seguían queriendo, de eso estaba segura y eso era lo que más le importaba.
La video llamada terminó con besos, sonrisas y mil "tequieros" por parte de los tres. La distancia no había conseguido apagar ese amor que se tenían , y eso era lo que le daba fuerzas para seguir adelante.
Apagó el ordenador, con una sonrisa que empezó a ahogar un nudo en la garganta. Unas lágrimas descendían por sus mejillas, pero no dejó de sonreír.
Se preparó un baño caliente, puso algo de música y se sumergió en un agradable baño de espuma. Dejó su mente libre de preocupaciones, y decidió disfrutar del resto del día tranquilamente, en su casa, su espacio, su tiempo... A fin de cuentas era su día, el día de la madre.

L.A.V.

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