Desde mi ventana

Desde mi ventana 


Amanece como cada día y ahí estás, me miras, te miro, nos miramos... Qué pensarás?

Tú altura imponente te permite observar cada movimiento que hago.
Cientos de ojos habitan en ti. Cientos de pequeñas criaturas a las que das cobijo. Haga viento, lluvia, frío o calor, tú siempre estás ahí.

En tus muchos años de vida has podido ver y compartir múltiples paisajes, y siempre sin moverte. Se podría decir que eres un privilegiado. Los demás necesitamos movernos para sentir que estamos vivos, para ver como cambia el mundo, sin embargo, tú no necesitas cambiar de lugar, porque el entorno cambia para ti y la vida vive en ti.

Has visto crecer y llenarse de nueva vida tu entorno.
También has visto muchas vidas irse.

Has tenido vecinos y amigos de diferentes nacionalidades, razas y religiones, y con ninguno te has peleado.
A todos ellos les has prestado el mismo servicio. Hay que ser muy grande para poder decir algo así, pero tú lo eres, y mucho.

Ahora soy tu nueva vecina.
Eres lo primero que ven mis ojos cuando me despierto y tengo que decir que me alegras el día. Me das energía y fuerzas para levantarme y seguir adelante.

Eres mi amigo centenario y probablemente me sobrevivirás, porque la naturaleza te ha dado ese don, el de la longevidad.
Tal vez porque no haces daño a nadie, porque sólo desprendes bondad.

Si algún día tú pudieras hablarme y contarme cual es tu secreto para estar siempre feliz, siempre disponible para hacer el bien... Si algún día pudieras mostrar al mundo lo sencillo que es vivir y dejar vivir... Mi querido ciprés.

L.A.V. 



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